7291 marzo 18 Plaza Villa de París 18 horas
El número de personas que murieron en residencias de Madrid a causa del COVID-19 sin recibir la atención médica adecuada, sin la posibilidad de despedirse de sus seres queridos y, en muchos casos, en condiciones de abandono y sufrimiento es relevante por la diferencia relativa que supone con otras regiones de Europa, pero es más importante uno a uno, cada historia, cada relación que mantenía cada una de las personas ausentes con sus seres cercanos. En el momento más crítico de la pandemia, nuestras residencias, que deberían haber sido refugios de cuidados y dignidad, se convirtieron en centros de sufrimiento y pérdida.
El pasado nos recuerda hospitales saturados y mal dotados tras años de inversión insuficiente y políticas que no atienden las necesidades de la ciudadanía, hospitales que no pudieron atender a miles de personas mayores ya que unos protocolos que impidieron la derivación de ancianos enfermos a hospitales y que es una de las decisiones más controvertidas y dolorosas de esta tragedia. Estos protocolos, que priorizan criterios administrativos sobre la vida de las personas, dejaron a miles de ancianos sin acceso a tratamientos que podrían haberles salvado la vida.
Los discriminaron por su estatus social, no tenían seguros privados, ¿es esta la sociedad que queremos, donde solo se salva quien tenga una cierta capacidad económica? Pero sobre todo se les nego una prestación pública, el derecho a la sanidad, por motivos de discriminación que están tipificados en el articulo 511 del codigo penal, enfermedad, discapacidad y edad.
Nos cuentan la mentira de que fueron tratados en la residencia igual lo habrían hecho en los hospitales, cuando las residencias no habían sido medicalizadas, como sabemos por los informes técnicos que así lo demuestran y por que aun siguen sin estarlo, es fácil de comprobar. Sabemos que menos de 50 personas mayores fueron enviadas a IFEMA desde residencias con gestión pública en Madrid, hospital de campaña que fue dotado con 1000 médicos.
Pero aquí no estamos para llenar esto de números, ni para extender la agonía, estamos para, una vez mas, mostrar la verdad con su crudeza, efectivamente, obtuvieron el mismo trato en las residencias, insuficiente, que en los hospitales al no ser derivados a ellos, no se les administraron ni los mínimos paliativos mientras agonizaban. Estamos aquí con el compromiso de que hechos tan trágicos no se repitan. Para acompañar en el dolor de las familias, mostrar el clamor de la sociedad y pedir la responsabilidad de las instituciones.
Otra vez estamos aquí y estaremos año tras año, en esta misma fecha, porque no podemos olvidar esta tragedia o estaremos condenados a repetirla, mañana seremos nosotros, aún tenemos fuerza y tenemos que seguir luchando por la verdad, la justicia y la dignidad de las personas mayores en las residencias. Porque aunque puedan silenciar nuestra voz, no podemos permitir que su dolor sea olvidado ni que su sacrificio pase desapercibido. Nunca olvidaremos la gestión inadecuada que permitió que se perdieran las vidas de nuestras abuelas, abuelos, madres, padres, tías y tíos en medio de la soledad, la desprotección y la falta de personal capacitado en uno de los capítulos oscuro en la historia de nuestra sociedad, mientras ellos luchaban en condiciones extremas, trataban de ser silenciados.
No podemos vivir el presente sin dolor, tenemos que sanar las heridas de esta tragedia. Hay muchas familias tratando de superar el duelo, la incertidumbre y el vacío dejado por este colectivo de personas que hemos simbolizado con un número, 7291, pero que aún siendo un enorme, no queremos darle ese sentido, por que cada una de esas personas era única, con su historia y sus vínculos, quede el símbolo en la memoria y recordemos lo mejor de cada una de estas personas, para seguir luchando por su memoria y conseguir la justicia que se merecen.
Hemos aprendido mucho, sin duda, tenemos buena base teórica, solo nos falta llevarla a cabo para mejorar realmente la vida de las personas mayores, yo también soy una de ellas, ¿y tu? ¿Estas dispuesta a pasar por esta terrible situación en el momento de la vida en el que menos fuerza tengas para luchar?
Todas las medidas que se han diseñado como «Acuerdo de acreditación y calidad de centros y servicios del sistema para la autonomía y atención a la dependencia», la «Atención Integral y Centrada en la Persona y la Comunidad» o el «Estudio sobre el Personal Mínimo necesario en las Residencias de Mayores de la Comunidad de Madrid», pionero este último en Europa, todas estas medidas tienen que ser implementadas para evitar que los mayores finalicen sus días asfixiados, abandonados, deshidratados, sin atención médica, sin sedación y solos, muy solos. Nuestro presente es trabajar unidos para conseguir este fin, se lo debemos a los que se fueron y tenemos que evitar que el futuro nos depare esta situación deshumanizada e inadmisible en una sociedad que se basa en el respeto por las personas. Nuestro desafío está en seguir luchando contra la insuficiencia de personal, la falta de infraestructura adecuada, y trabajando a favor de políticas de prevención que garanticen el poder enfrentar futuras emergencias.
Es imperativo que el sistema de residencias mejore y se fortalezca, con condiciones dignas para las personas cuidadoras y con la atención merecida y necesaria para cada persona, pensando en sus necesidades y no anteponiendo las obligaciones económicas derivadas de la prestación del servicio, no eran números, no lo somos, eran personas, somos personas. No podemos caer en la necedad de hablar solo de números y seguir cometiendo los mismos errores.
No podemos mirar al futuro con tranquilidad si no se resuelven los errores del pasado, sin la justa reparación y el reconocimiento de los errores cometidos, sin propuestas firmes que garanticen que no volveremos a ver el mismo escenario. Las familias necesitan cerrar su duelo y la sociedad, al menos, les debe reconocer lo que allí ocurrió, con la crudeza que lleva este capítulo de nuestra reciente historia, para que tranquilice conciencias y depure responsabilidades, se lo debemos a los que ya no están y es necesario para que no vuelva a ocurrir.
Además, mantener un modelo de calidad en la salud y el bienestar de nuestros mayores debe ser una prioridad no solo en tiempos de crisis, sino en todos los momentos. Ni les olvidaremos ni dejaremos de pensar en todos los que llevamos encima la gran ventura de llegar a ser personas ancianas, es una suerte y un mérito llegar, si, pero con dignidad y en unas condiciones en las que nos sintamos orgullosos de haberlo hecho.
Por todo esto, cada año, en esta fecha, en este lugar, nos volveremos a ver con el fin de que nunca sean olvidadas estas personas que con una muerte horrible, completamente abandonadas a su suerte durante la crisis sanitaria que golpeó al mundo y que afectó de manera desproporcionada a las residencias de mayores en Madrid, Esto nos ha enseñado que recordarles será una de las formas para evitar que esta tragedia se repita, no sólo en magnitud, si no para que no haya ni una sola persona quede abandonada a sus suerte, que su final en trágicas condiciones nunca sea olvidado.